5.8.2020

Una secuela de mi bicho causaría una expansión exitosa de las historias ya presentadas en la ofrenda cinemática anterior. Lo que se ve no se pregunta, linea final de la primera parte, ahora conlleva un significado más profundo que el libreto está más que dispuesto a cargar.
¿O cagar?
Lo que antes eran polvos efímeros y romances fallidos ahora se revelan como la base de una historia compleja dedicada a la abolición del bicho como materia física, si nos atrevemos, hasta como persona. El bicho pasa a segundo plano de una manera exquisita, dejándonos ver las capas emocionales de los personajes ignorados por el plan malévolo de un antagonista invisible en la primera parte.
La propuesta visual nos ofrece otra plataforma en la cual podemos entender la obsesión del bicho. Sus conflictos con la satisfacción inmediata y sus frustraciones con la próstata, quien en esta secuela desempeña un rol más significativo en el desarrollo del arco emocional del bicho.
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